En la antigüedad las fuentes se situaban en lugares céntricos y concurridos, como las plazas, para abastecer de agua a la población y para ser centro de reuniones y vida social. La Fuente de Ines, sin embargo, está situada a los pies de la calzada, un signo más que nos recuerda la importancia de la villa en La Ruta de la Lana. Cerca del camino y accesible al peregrino, la fuente abasteció durante años a los vecinos.
De «abundantes y buenas aguas«, como recoge Pascual Madoz, en su ‘Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar’ de 1850, la fuente de Ines sirvió para proveer al vecindario de agua para beber y agua para solventar las demás necesidades domésticas. Por otro lado los animales calmaban su sed en el pilón de la Plaza, cuyo agua sobrante va a parar al arroyo Madre.
Con dos caños y sin ornamentos que la hagan destacar como elemento arquitectónico, la fuente de Ines sigue siendo frecuentada por sus vecinos que acuden a ella para abastecerse de un agua limpia y clara para su consumo o para regar las plantas. Hoy en día ya solo está en uso un único caño.
El agua sobrante de la fuente llega a través de un reguero al arroyo Madre, el cual continúa su camino hasta verter sus aguas al río Duero. Este riachuelo lo encontramos muy cerca, en dirección este y es conocido también como arroyo del Molino ya que en sus orillas hubo un antiguo molino.